No te sorprenderá saber que a la mayoría de las empresas de cualquier sector les interesa ganar dinero de la forma más rápida y fácil posible.
No es para menos. Se dice que los frutos que están al alcance de la mano son los más dulces, pero obviamente todos desean ser los primeros en cosecharlos.
Esta actitud significa que o bien rechazan trabajos más complejos que requieren cierto know-how y aptitudes de diagnosis, o aceptan el trabajo pero luego lo subcontratan a otro.
Sin embargo, el trabajo que a otros talleres no les interesa no tiene por qué ser más difícil que los trabajos de rutina para los mecánicos que hayan recibido una formación adecuada y sepan cómo trabajar de forma más inteligente en lugar de más ardua.
Entre los motivos más comunes de que los coches pasen de taller en taller están las anomalías intermitentes. Por definición, no se manifiestan todo el tiempo y no sorprende el hecho de que algunos talleres o bien no desean dedicar un tiempo a averiguar dónde radica el problema, o bien intentan solucionarlo, sin éxito, mediante la sustitución aleatoria de diversos componentes (cosa que sucede con demasiada frecuencia).
Recabar la información
El primer paso para diagnosticar una anomalía intermitente es obtener cuanta información sea posible acerca del problema. Si el coche llega de otro taller, tal vez recibas una explicación a medias que ha sido transmitida de persona a persona quién sabe cuántas veces. En lo posible, habla con el propietario o conductor del coche para que te dé una descripción detallada de los síntomas, cuándo se manifiestan, y cualesquiera otros datos pertinentes. Haz preguntas que te ayuden a descartar causas posibles del problema, por ejemplo si el problema se presenta solamente cuando el motor está caliente o frío.
Claro está que no siempre será posible hablar directamente con el usuario del vehículo; en este caso, habrá que realizar la secuencia de comprobaciones diagnósticas habituales, empezando por la inspección visual, asegurándote de que todas las conexiones estén apretadas, que no haya nada evidentemente roto o ausente, que no haya un nido de ratones en la cámara de aire… Todo esto suena fundamental, pero te sorprendería la cantidad de mecánicos inexpertos que se meten en la madriguera de los códigos de avería sin primero comprobar lo más obvio.
Comprobar los componentes, reproducir el problema
Si se sospecha que la anomalía intermitente radica en un componente en particular, no se debe suponer que este sea defectuoso; hay que comprobarlo con un voltímetro u ohmímetro. Comprueba la continuidad y la presencia de caídas de tensión entre un lado y otro del componente para asegurarte de que funcione correctamente.
El mayor desafío de la diagnosis de averías intermitentes es reproducir el problema. Para intentar hacerlo, conduce el coche en condiciones similares a las que existían cuando se manifestó la avería. Esto puede ayudar a identificar secuencias repetidas o elementos que provocan la anomalía.
El uso de un equipo de diagnosis puede ayudar a localizar la raíz del problema. El cumplimiento de los valores que indican los sensores con los especificados se puede verificar fácilmente cotejándolos con la información provista por Autodata. También se puede hacer uso de los esquemas eléctricos en color para localizar las conexiones mal apretadas o los puntos de masa deficientes.
Todo esto lleva su tiempo, pero no existe un problema con un coche que no pueda resolver un mecánico experimentado que realice un proceso de diagnosis minucioso. De hecho, hay ciertos talleres distribuidos por toda Europa para los cuales este tipo de trabajo “fuera de lo común” es prácticamente una rutina y se convierten en el especialista al que acuden todos los de la zona. Esto significa que la mayor parte de su trabajo les llega a través del ramo, lo cual tiene la ventaja adicional de que el pago suele realizarse pronto y directamente en la cuenta.
Una vez identificada y rectificada la anomalía intermitente, conviene siempre contar con un tiempo razonable para realizar una prueba de conducción a fin de verificar que el problema se haya resuelto de veras… ¡y que no se enciendan otras luces testigo a raíz del proceso de reparación!